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Mutismo selectivo: un trastorno complejo pero tratable

A continuación expongo el caso de María, un caso que resume la experiencia acumulada durante el tratamiento de numerosos casos reales de mutismo selectivo en menores dentro de contextos escolares. A través de esta historia ilustrativa, quiero mostrar cómo se puede abordar este trastorno con éxito gracias a la intervención temprana, la colaboración entre familia y escuela, y el enfoque terapéutico recogido en el Programa para la intervención psicológica del mutismo selectivo en contextos educativos: protocolo IPMS.

La niña que superó el miedo a hablar en el colegio

María era una niña normal, solo que hablaba muy poco. Tan poco, que en el colegio muchos compañeros pensaban que era muda. Sin embargo, María sí hablaba, pero solo en contextos muy concretos en los que se sentía muy segura, como cuando estaba sola en casa con sus padres.

María no estaba enferma, no había sufrido maltrato ni había vivido una situación traumática. Simplemente, había aprendido a tener miedo a hablar en determinadas situaciones. María tenía un trastorno de ansiedad llamado mutismo selectivo. Este trastorno —que no enfermedad— es muy poco frecuente, pero suele generar un profundo sufrimiento, tanto en el menor como en su entorno más cercano.

Cómo ayudar a María a dejar de tener miedo a hablar

Para que María superara su miedo, era necesario abordar el trastorno a través de sus padres, familiares y profesores. Y ese es uno de los mayores retos del mutismo selectivo: los protagonistas del tratamiento no son solo los niños, sino también los adultos que los rodean, que deben ser entrenados por el psicólogo como coterapeutas.

Este enfoque «multijugador» convierte el tratamiento en un proceso complejo en el que la colaboración es clave. Si el niño no habla en el colegio y no se cuenta con la implicación del centro educativo, no se logrará la recuperación del habla en ese entorno. Por suerte, lo habitual es que los equipos docentes se muestren receptivos y dispuestos a colaborar.

El tratamiento de María comenzó con un análisis funcional de su conducta en el colegio. El psicólogo necesitaba observarla tanto en el patio como en clase para confirmar el diagnóstico de mutismo selectivo, identificar los elementos del entorno que pudieran facilitar el habla, y detectar posibles factores de riesgo. Para ello se realizó una visita al centro, con la debida autorización de los padres y del equipo directivo.

Tras el análisis de conducta, se programó una reunión con la tutora, el equipo directivo y el AMPA, con el objetivo de explicar qué le ocurría a María, por qué sucedía y cómo podían ayudarla entre todos.

Fue fundamental informar a las familias de los compañeros de clase, ya que sus hijos participarían en juegos y dinámicas diseñadas para fomentar el habla de María. De esta manera, se construía una red de apoyo alrededor de la menor.

Papá y mamá en clase

Durante las primeras semanas de tratamiento, el centro autorizó la presencia de los padres de María en el aula, ya que con ellos sí hablaba. El psicólogo los entrenó para que incentivaran el habla a través de juegos en los que también participaban la maestra y los compañeros, elementos clave en el proceso.

En poco más de dos meses, María empezó a hablar con su tutora y a responder con monosílabos a algunos compañeros. A medida que comenzaba a expresarse, la presencia de sus padres en clase fue disminuyendo. Al finalizar el curso, María era una más en clase: había superado su miedo a hablar.


Mutismo selectivo: un trastorno complejo pero tratable

La intervención temprana es la vía más eficaz y rápida para ayudar a niños y niñas con mutismo selectivo a superar el trastorno. De no abordarse, es frecuente que derive en ansiedad social, aumentando el riesgo de consumo de sustancias, comorbilidades con otros trastornos como la depresión, dificultades para establecer relaciones personales, o incluso problemas de inserción laboral.

Sin embargo, la baja prevalencia del mutismo selectivo reduce el interés por su estudio y por la aplicación adecuada de protocolos como el IPMS (Intervención Psicológica en Mutismo Selectivo), que ha demostrado ser eficaz.

Es común encontrar menores que han recibido un tratamiento tradicional para la ansiedad, en el que el psicólogo trata directamente al niño. Aunque en algunos casos se consigue que el menor hable dentro de la consulta, esto no garantiza la generalización del habla a los contextos en los que ha dejado de hacerlo. Por eso, la intervención debe estar siempre centrada en el entorno y en los adultos que acompañan al menor en su día a día.

Referencias:

Olivares-Rodríguez, J. y Olivares-Olivares, P.J. (2019). Programa para la intervención psicológica del mutismo selectivo en contextos educativos: protocolo IPMS. Pirámide. https://doi.org/978-84-368-4132-9

Olivares-Rodríguez, J., Olivares-Olivares, P. J., y Rosa-Alcázar, Ángel . (2019). Efectividad del tratamiento temprano de niños con mutismo selectivo en los centros educativos. Terapia Psicológica37(2), 81–96. https://doi.org/10.4067/s0718-48082019000200081

Rosa-Alcázar, A. I., Olivares-Rodríguez, J., y Olivares-Olivares, P. J. (2007). El Papel de la Planificación de la Interacción en el Tratamiento de Adolescentes con Fobia Social Generalizada. Terapia Psicológica25(2). https://doi.org/10.4067/s0718-48082007000200012

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